Emil y Xaver
Emil y Xaver
Alina rebusca en el álbum y me enseña una foto de la tumba de Emil de 1916. Efectivamente fue enterrado solo. pic.twitter.com/1kyQ5C79RE
— Guillem Clua (@guillemclua) 2 de diciembre de 2018
Se me hace raro ver ese espacio vacío al lado de su nombre. Es como si Xaver estuviera destinado a ocuparlo en otra tumba del futuro. Le pregunto dónde puedo encontrar esa lápida, pero la anciana me dice que ya no existe y retoma su relato. pic.twitter.com/H55Mn67byS
— Guillem Clua (@guillemclua) 2 de diciembre de 2018
Media ciudad acudió al funeral de Emil. El pequeño de los Muler había muerto como un héroe e iba a ser enterrado con honores. El oficio tuvo lugar en la Iglesia de la Colina, al lado del instituto de los chicos y el cementerio. pic.twitter.com/A17b9JZhGS
— Guillem Clua (@guillemclua) 2 de diciembre de 2018
Xaver se presentó a media ceremonia con el alma rota. El cura interrumpió su homilía al verle entrar y todos los asistentes contemplaron con asombro cómo se dirigía al ataúd para darle el último adiós al hombre que amaba.
— Guillem Clua (@guillemclua) 2 de diciembre de 2018
Pero Xaver no pudo hacerlo. Herr Muler se plantó delante de él en el pasillo, lo agarró por las solapas y lo arrastró al exterior. Xaver suplicaba entre lágrimas que sólo quería despedirse. Por toda respuesta, el padre de Emil lo lanzó al suelo y le propinó varias patadas. pic.twitter.com/CPrMwXAs6I
— Guillem Clua (@guillemclua) 2 de diciembre de 2018
Hermann Balan lo contempló todo desde su banco lleno de rabia y culpa, pero no se atrevió a hacer nada. Nadie movió un dedo.
— Guillem Clua (@guillemclua) 2 de diciembre de 2018
En la calle, la sangre y las lágrimas fundían la nieve bajo el cuerpo de Xaver Sumer. El chico se levantó como pudo y juró que jamás volvería a Sighisoara.
— Guillem Clua (@guillemclua) 2 de diciembre de 2018
La ciudad estaba demasiado llena de recuerdos que no dejaban de acecharle y de vecinos que lo miraban con desprecio. Con Emil muerto, sentía que ese ya no era su lugar y que su vida carecía de todo sentido.
— Guillem Clua (@guillemclua) 2 de diciembre de 2018
Y cuando la vida deja de tener sentido, lo único que te guía es la muerte. Por eso Xaver volvió a la guerra, que aún estaba lejos de terminar. pic.twitter.com/TTL1Bbx5VE
— Guillem Clua (@guillemclua) 2 de diciembre de 2018
Pocos meses antes, Rumanía había entrado en la Gran Guerra como aliada de Francia y Rusia. Transilvania se había convertido en escenario de cruentas batallas, especialmente en la frontera con la actual Hungría. pic.twitter.com/lFENxlPgZu
— Guillem Clua (@guillemclua) 2 de diciembre de 2018
En esas trincheras volvió a luchar Xaver durante meses… hasta que ocurrió lo inevitable. pic.twitter.com/qLqa3jv0gs
— Guillem Clua (@guillemclua) 2 de diciembre de 2018
Alina vuelve a rebuscar en su álbum y me enseña un documento en húngaro. Dorothea me lo traduce (y yo empiezo a sospechar que no hay idioma que esa mujer no conozca: parece un Google Translator con moño).
— Guillem Clua (@guillemclua) 2 de diciembre de 2018
Es el certificado de defunción de Xaver Sumer. pic.twitter.com/duAB9gyL4c
— Guillem Clua (@guillemclua) 2 de diciembre de 2018
En él puedo leer claramente su nombre, su fecha de nacimiento (descubro que fue el 9 de febrero de 1893), la fecha de su muerte (26 de septiembre de 1917) y en el apartado de “observaciones”, una palabra que no presagia nada bueno: “öngyilkosság”. pic.twitter.com/TwhhMO0PQa
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“Öngyilkosság” significa suicidio. pic.twitter.com/xP5mue1NB2
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Xaver Sumer, incapaz de soportar el infierno en el que se había convertido su vida, rota su alma, vacío su futuro, se quitó la vida en una trinchera del frente húngaro.
Tenía 24 años. pic.twitter.com/VOxlV6trCC— Guillem Clua (@guillemclua) 2 de diciembre de 2018
Fue enterrado en un cementerio militar a las afueras de Oradea (hoy provincia rumana de Crisana) con una sencilla cruz blanca de madera.
— Guillem Clua (@guillemclua) 2 de diciembre de 2018
Poco más de un año después, la I Guerra Mundial llegaría a su fin, dejando tras de sí 30 millones de muertos. Y dos de ellos, Emil Muler y Xaver Sumer, descansarían durante algunos años más a 300 kilómetros de distancia el uno del otro. pic.twitter.com/M20I8NkqLW
— Guillem Clua (@guillemclua) 2 de diciembre de 2018
Dorothea consulta su reloj. Se está haciendo tarde. Ella tiene que volver al hotel y yo debo volver a Târgu Mures esta misma mañana. “¿Nos vamos?”, me pregunta. pic.twitter.com/ZWc6eYtQj9
— Guillem Clua (@guillemclua) 2 de diciembre de 2018
¡No! ¡Aún falta lo más importante! ¡La primera pregunta que cruzó mi mente al ver la tumba de #EmilyXaver, la que todos queremos responder! ¿Cómo acabaron enterrados juntos?
— Guillem Clua (@guillemclua) 2 de diciembre de 2018
Alina me mira sorprendida y se le escapa la risa: “¿Pero aún no lo sabes? Muchacho, la respuesta ha estado delante de ti todo este tiempo.”
— Guillem Clua (@guillemclua) 2 de diciembre de 2018
Y sí, ya sé que ayer dije que esta sería la última entrega, pero me ha quedado más larga de lo que esperaba, así que os pido un poco más de paciencia. Mañana termino la historia. ¡Esta vez sí! pic.twitter.com/lUEOw0ziZh
— Guillem Clua (@guillemclua) 2 de diciembre de 2018
Buenos días a todas. Perdonad el retraso. He madrugado un montón para solucionar unos asuntos urgentes de curro y estar a punto a las 12 para contaros el desenlace de #EmilyXaver, pero como podéis comprobar, he calculado mal… pic.twitter.com/wObiTKODSJ
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
Pero ya estoy aquí. ¡Vamos a por ese desenlace! pic.twitter.com/bdcZWMB2Pr
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
Nos habíamos quedado en el salón de Alina. Dorothea me apremiaba para irnos ya. Ella tenía trabajo que hacer en el hotel que había sido el hogar de Emil y yo tenía que pillar un autobús. ¡Pero no podía irme sin la respuesta definitiva que todos estamos esperando!
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
Alina me dice que esa respuesta ha estado delante de mí todo el tiempo.
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
¿Delante de mí? ¿Cómo que la respuesta está delante de mí? WTF? ¿A qué se refiere? pic.twitter.com/aZB8yp1oW7
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
Alina vuelve a sonreír. Me doy cuenta de que cada vez que sonríe algo muy pequeñito dentro de mí se calma un poco. Esa mujer es un bálsamo.
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
La anciana levanta la mirada y hace un ademán hacia la pared que tengo enfrente. En ella, un gran cuadro preside el salón. Es un gran retrato de su abuelo. Hermann Balan. pic.twitter.com/Is9nvBDSpr
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
Hermann Balan, el amigo que descubrió la relación de Emil y Xaver en el instituto. Hermann Balan, el culpable de que Herr Muler mandara a su hijo a Munich para apartarlo para siempre de Xaver. pic.twitter.com/FLwaaAubrD
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
¿Pero qué tuvo que ver él con la tumba del memorial? ¿Qué papel jugó en esta historia realmente?
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
El amigo de la infancia de Emil y Xaver jamás se perdonó el dolor que había desencadenado con su indiscreción. El sentimiento de culpa por la inhumana muerte que ambos sufrieron lo acompañó toda la vida. pic.twitter.com/CZMT9UyGfd
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
Pasaría una década antes de que pudiera empezar a redimirse. En 1928 Rumanía celebraba el décimo aniversario del armisticio y de la fundación del estado rumano con la anexión, entre otros territorios, de Transilvania (Sighisoara incluida). pic.twitter.com/EN2sJwg1AD
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
Muchas ciudades decidieron construir memoriales para conmemorar la fecha y honrar a los soldados que perecieron en la contienda. El ayuntamiento de Sighisoara fue uno de ellos.
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Y el encargado de planearlo fue un alto funcionario que acababa de entrar en el consistorio llamado Hermann Balan.
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Pasaría una década antes de que pudiera empezar a redimirse. En 1928 Rumanía celebraba el décimo aniversario del armisticio y de la fundación del estado rumano con la anexión, entre otros territorios, de Transilvania (Sighisoara incluida). pic.twitter.com/EN2sJwg1AD
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Ese fue uno de los primeros trabajos de Hermann en el ayuntamiento de Sighisoara, del cual acabaría siendo alcalde tras la II Guerra Mundial (pero esa es otra historia, si queréis otro día os la cuento).
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
Lo primero que Hermann tuvo que hacer fue conseguir el permiso de las familias de los fallecidos para trasladar sus cuerpos al nuevo emplazamiento.
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No le costó demasiado obtener el permiso de exhumación del padre de Emil. Para el viejo oficial era un gran honor que su hijo descansara en un monumento nacional a los caídos. pic.twitter.com/oSoaI9yyCH
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
El 1 de diciembre, Día Nacional de Rumanía, se inauguró el memorial en una ceremonia civil. Media ciudad acudió para honrar a sus muertos de nuevo, con Herr Muler a la cabeza, ataviado para la ocasión con todas sus medallas. pic.twitter.com/Ysj7TGXLCt
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
El 1 de diciembre, Día Nacional de Rumanía, se inauguró el memorial en una ceremonia civil. Media ciudad acudió para honrar a sus muertos de nuevo, con Herr Muler a la cabeza, ataviado para la ocasión con todas sus medallas. pic.twitter.com/Ysj7TGXLCt
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Hermann había movido cielo y tierra para localizar el cuerpo de Xaver en Oradea (por eso conservaba su certificado de defunción en húngaro). Desde el primer momento quiso enterrarlo junto al hombre que amaba para que descansaran juntos por toda la eternidad.
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
Como es lógico, mantuvo su plan en secreto para que nadie pudiera detenerle. Y se salió con la suya. pic.twitter.com/A1RKcYj3St
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
Al verlo, Herr Muler entró en cólera y se enfrentó a Hermann a gritos delante de todo el mundo. ¿Cómo había sido capaz? ¿Cómo se atrevía a mancillar el honor de su familia de ese modo? El hombre estaba fuera de sí.
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
Por eso Hermann lo tumbó de un puñetazo, como Xaver había hecho con él mismo diez años antes. pic.twitter.com/wvfCKHGPQQ
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
Sí, está mal pegar a un señor mayor, pero no me digáis que no se lo merecía un poco. pic.twitter.com/h6llG0ZOyL
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
“Hace quince años cometí un error imperdonable,” le escupió Hermann al viejo oficial.
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
“Yo maté a mis mejores amigos mucho antes de que lo hiciera esa horrible guerra.
Y usted fue cómplice de ello.
Todos lo fuisteis.”— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
Los vecinos de Sighisoara agacharon la cabeza avergonzados ante las palabras de Hermann:
“es hora de permitirles descansar en paz de una vez, juntos, como tendrían que haber vivido y como héroes de algo mucho más valioso que una guerra.”— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
Y así ha sido hasta hoy.
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
Dorothea está tan sorprendida como yo. Alina nunca le había contado ese episodio de su bisabuelo. Y su familia tampoco… Por primera vez la veo incluso alterada. pic.twitter.com/z2BI62S3dL
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
Y no es de extrañar. Herr Muler se fue del cementerio con el rabo entre las piernas y jamás se volvió a hablar de Emil en su casa. Metió todas las cosas de su hijo en una maleta y la encerró en un armario.
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
Esta maleta. pic.twitter.com/oYODfA6HWj
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
Herr Muler no pudo enterrar a su hijo donde quiso, pero intentó sepultar su recuerdo ante el mundo. Un recuerdo que hoy, por fin, sale a la luz, para su nieta, para mí y para todas vosotras.
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
El reloj del salón marca las doce. Es hora de irse. Me despido de Alina y ella me da un abrazo que huele a rosquillas y aguardiente. Espero de todo corazón que nos volvamos a ver algún día.
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
Ya en la calle, Dorothea se ofrece a acompañarme a la estación de autobuses, pero rechazo la invitación. Tengo algo importante que hacer antes. Y necesito hacerlo solo. Me despido de ella con un beso en la mejilla y ella se ruboriza.
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
Me dirijo decidido al túnel de escaleras que conduce a la Iglesia de la Colina. Subo los escalones de tres en tres. pic.twitter.com/3CIxsAa5ko
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
Paso por delante del instituto y tengo la sensación de que un montón de fantasmas me observan desde sus ventanas. pic.twitter.com/Kbl5hniZOX
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
No tardo en llegar al memorial. pic.twitter.com/AHaavxviGy
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
Me planto delante de la tumba de Emil y Xaver de manera casi ceremonial. Se me hace difícil creer que estuve allí el día anterior. Parece que haya pasado un siglo. pic.twitter.com/lOctMUf1dH
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
Respiro profundamente.
Contemplo la lápida.
Leo sus nombres una y otra vez.
Emil y Xaver.
Xaver y Emil.— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
Miro a mi alrededor.
Nada ha cambiado, pero nada es lo mismo.— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
Estoy en silencio un buen rato.
Pero el silencio no es tal.
El viento de los siglos me susurra secretos al oído.— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
Y me parece escuchar las risas de dos chavales de 16 años que se han saltado una clase.
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
Que se esconden tras las lápidas del cementerio para fumarse un cigarrillo.
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
Que se calientan las manos con el aliento del otro.
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
Que se miran a los ojos para descubrir en ellos un estallido de esperanza.
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
Que se dan un primer beso.
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
Un beso que contiene toda la felicidad de la que están hechos los sueños compartidos.
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
Un beso que entrelaza sus almas para siempre.
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
Un beso lleno de un amor que, por un instante, les hace sentir inmortales.
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
En ese momento pongo la mano sobre la piedra helada.
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
Y con un hilo de voz, casi como en una plegaria, digo:
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
"Vuestra historia ha sido contada."
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
FIN ❤️❤️
— Guillem Clua (@guillemclua) 3 de diciembre de 2018
Sorry, there was a problem.
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