Emil y Xaver
Emil y Xaver
Camino por las calles de Sighisoara guiado por Dorothea. No hablamos. Lo único que rompe el silencio de esa gélida mañana de sábado es el crepitar de nuestras pisadas sobre la nieve.
— Guillem Clua (@guillemclua) 30 de noviembre de 2018
Nos dirigimos a la plaza principal de la ciudadela. Allí vive Alina Balan, nieta de Hermann Balan, el que fuera alcalde en los años 50 y compañero de instituto de #EmilyXaver antes de la Gran Guerra. pic.twitter.com/CHUyvJDPU9
— Guillem Clua (@guillemclua) 30 de noviembre de 2018
Dorothea se detiene delante de una de las mansiones y llama a la puerta. Enseguida aparece una oronda mujer de sesenta años de mejillas sonrosadas que parece salida de un cuento de los Hermanos Grimm. pic.twitter.com/JjNdFSVsyU
— Guillem Clua (@guillemclua) 30 de noviembre de 2018
Alina y Dorothea se ponen a charlar en rumano con esa complicidad que solo tienen las amigas de toda la vida. Adivino palabras sueltas: “casa catalanului”, “Emil”, “Xaver”, “prieteni”.
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“Prieteni” significa “amigos”, ¿recordáis? pic.twitter.com/Ho2DGWsqeR
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Alina me mira con una sonrisa de oreja a oreja y me hace pasar. No habla ni una palabra de inglés, pero no hace falta. Está claro que está feliz de ayudarme.
— Guillem Clua (@guillemclua) 30 de noviembre de 2018
Recorremos los pasillos de la mansión, llenos de cuadros, iconos e imaginería religiosa. Dorothea me va traduciendo las explicaciones de su amiga: cuando su abuelo volvió de la guerra se aficionó a coleccionar arte. pic.twitter.com/iEC1wpNPzf
— Guillem Clua (@guillemclua) 30 de noviembre de 2018
Los primeros cuadros que obtuvo eran de artistas de la región. Y sí, entre ellos tenía un cuadro de Xaver Sumer. Por alguna razón, era el cuadro más querido por Hermann Balan. Y allí estaba. En un lugar privilegiado del lujoso salón. pic.twitter.com/dMDZwxQ1MN
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De nuevo tenía delante el cuadro de la ventana de Emil. ¿Cómo era posible que hubiera dos cuadros iguales? Le comento a Alina que ayer vi uno igual en el Restaurante Bastion. Ella vuelve a adoptar la sonrisa de abuelita de Caperucita y dice: “no son iguales.” pic.twitter.com/356WUJ3TNf
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Efectivamente, cuando me acerco a examinarlo me doy cuenta. Los colores del cuadro son distintos. Y en la ventana de Emil se adivina una silueta. Y no solo eso. La fecha del cuadro es de 1916. pic.twitter.com/aPiRRf2YxZ
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1916. Tres años después del primer cuadro. Un año después de que Emil volviera del frente. El año en el que Emil murió.
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No entiendo nada. ¿Por qué volvió a pintar el cuadro con Emil en la ventana? Y Alina responde que no solo pintó ese. Pintó muchos más, pero se han perdido.
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Alina nos invita a sentarnos. La historia que se dispone a contarnos va a ser larga. Y va a estar llena de respuestas. pic.twitter.com/UyXJLfJ9NM
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Efectivamente, #EmilyXaver se conocieron en el instituto. Los dos eran amigos íntimos de Hermann Balan. Los tres chicos eran inseparables. Pero la amistad de Emil y Xaver era especial. Así lo dice. Especial. Y lo dice con cierta ternura que agradezco.
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Los chicos estaban a punto de terminar el instituto hacia 1912 y Hermann notaba que sus dos amigos se iban distanciando de él. El pobre no entendía por qué. Hasta que un día lo descubrió, lo contó a sus padres y la noticia no tardó en llegar a las familias de Emil y Xaver. pic.twitter.com/Rxe0aKidMB
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Así fue como Herr Muler decidió mandar a Emil a estudiar a Munich, mientras Xaver se quedó en Sighisoara pintando su ventana vacía. pic.twitter.com/ZWHgKKDhWH
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Xaver juró a Hermann que jamás le perdonaría lo que le había hecho.
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Pero entonces ocurrió algo que nadie esperaba. En verano de 1914 Gavilo Princip asesinaba al archiduque Franz Ferdinand y a su esposa en Sarajevo y estallaba la I Guerra Mundial. pic.twitter.com/J3VaJrVCKk
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Hermann, Emil y Xaver se fueron al frente y perdieron todo contacto… Hasta que Emil volvió herido en 1915. Alina me cuenta que su estado era delicado. Sus pulmones habían quedado afectados por el efecto de una bomba de cloro. Quedó postrado en la cama.
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La noticia llegó a Xaver, que aún estaba en el frente. El chico hizo todo lo posible por volver a verle antes de que Emil muriera, pero no fue relevado hasta mediados de 1916.
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Lo primero que hizo Xaver al poner los pies en Sighisoara fue plantarse en casa de Emil, pero sus padres no le permitieron verle. Ni ese día ni nunca más. Le ocultaron a su hijo que había vuelto… pic.twitter.com/OShpCsXxil
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Y por eso Xaver se plantó en la esquina bajo la ventana de Emil. Iba allí cada día y se pasaba horas con la esperanza de que Emil tuviera fuerzas para levantarse de la cama, mirar al exterior y verle.
Y para entretenerse, pintaba el mismo cuadro una y otra vez. pic.twitter.com/0cqdUOQAHH— Guillem Clua (@guillemclua) 30 de noviembre de 2018
Ella vuelve a sonreír, pero no dice nada. Se levanta y rebusca entre los volúmenes de la librería. Saca un álbum lleno de fotos y documentos. Y enseguida encuentra lo que busca: una carta.
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Una carta a Emil Muler. pic.twitter.com/S6T0sQONaT
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Escrita por Xaver Sumer (que aquí vuelve a firmar con su nombre catalán). pic.twitter.com/Rbm4mGoYJc
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Días antes de la muerte de Emil. pic.twitter.com/gBCBGXZV57
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“¿Quieres saber lo que dice?”, pregunta Dorothea. Yo te la puedo traducir. pic.twitter.com/ml2YzWSl4q
— Guillem Clua (@guillemclua) 30 de noviembre de 2018
Una carta de Xaver a Emil. Ni en mis sueños más locos habría imaginado encontrar un tesoro así. Pero no puedo evitar preguntarme por qué está en poder de Alina Balan. ¿Acaso no llegó a su destino? pic.twitter.com/SMXsANGgZb
— Guillem Clua (@guillemclua) 1 de diciembre de 2018
“Mi abuelo la interceptó,” explica la anciana. Cuando Hermann volvió del frente y se encontró con Xaver plantado en la calle, se le rompió el corazón. Se dio cuenta de lo que había provocado con su confesión antes de la guerra.
— Guillem Clua (@guillemclua) 1 de diciembre de 2018
Intentó disculparse, pero Xaver no quiso ni escucharle. Se pelearon en plena calle y Xaver le rompió la nariz de un puñetazo. pic.twitter.com/xJg18mEPob
— Guillem Clua (@guillemclua) 1 de diciembre de 2018
Hermann era consciente de que el dolor que sentía en la cara no tenía ni punto de comparación con el de sus viejos amigos. Se propuso enmendar su error y trató de interceder por ellos plantándose en casa de los Muler.
— Guillem Clua (@guillemclua) 1 de diciembre de 2018
Les pidió que permitieran un último encuentro entre los chicos, pero ellos se negaron. Y no solo eso. Le enseñaron la carta de Xaver que acababan de recibir y le pidieron que se la devolviera, para que le quedara claro que sus palabras jamás llegarían a oídos de Emil. pic.twitter.com/a5LMI4ZGDc
— Guillem Clua (@guillemclua) 1 de diciembre de 2018
Hermann no les hizo caso. Se guardó la carta y en cuanto tuvo ocasión pidió ver a Emil. En la habitación que ya conocemos, Hermann pidió perdón a su amigo del instituto y, junto a su lecho, le leyó la carta de Xaver en un susurro.
— Guillem Clua (@guillemclua) 1 de diciembre de 2018
Y es en ese mismo susurro que Dorothea empieza a traducirme las palabras de Xaver:
— Guillem Clua (@guillemclua) 1 de diciembre de 2018
"Querido Emil,
Tus padres no permiten que nos vemos.
Recurro a esta carta para escribir lo que jamás he sido capaz de decirte.
Quiero que sepas que te quiero.
Sí, Emil, te quiero.
Nos habían enseñado que lo nuestro no era amor, pero me he dado cuenta de que lo era."— Guillem Clua (@guillemclua) 1 de diciembre de 2018
"Lo que tú y yo hemos tenido es el amor más verdadero que he sentido jamás.
Por eso no quiero perderte sin decírtelo.
Te quiero desde el primer día que entramos en el instituto y nos escapamos al cementerio a fumar un cigarrillo."— Guillem Clua (@guillemclua) 1 de diciembre de 2018
"Te quiero desde el día que me calentaste las manos con tu aliento porque yo había perdido los guantes.
Te quiero desde ese beso en el establo de los Sander.
Te quiero tanto que la idea de volver a verte fue lo único que me mantuvo vivo en las trincheras serbias."— Guillem Clua (@guillemclua) 1 de diciembre de 2018
"Bastaría con mirarme a los ojos para que lo entendieras. Ojalá pudieras.
No harían falta palabras. Nos miraríamos y volveríamos a ser niños en los pasillos del instituto, antes de la muerte, antes de las bombas, antes de los viejos en los que nos ha convertido todo este odio."— Guillem Clua (@guillemclua) 1 de diciembre de 2018
"Por eso hace meses que estoy bajo tu ventana, para verte otra vez, aunque solo sea un instante.
Para que tu sonrisa vuelva a hacerme creer que nuestro amor lo significó todo y arrojó algo de luz en este siglo que ha nacido muerto."— Guillem Clua (@guillemclua) 1 de diciembre de 2018
"Te quiero y pase lo que pase, siempre estaré contigo.
Tuyo, Xavier."— Guillem Clua (@guillemclua) 1 de diciembre de 2018
Cuando Hermann acabó de leer la carta, los dos chavales estaban llorando. Emil, casi sin voz, le pidió que le ayudara a levantarse.
— Guillem Clua (@guillemclua) 1 de diciembre de 2018
Emil estaba tan débil que parecía que no sería capaz ni de llegar hasta la ventana, pero lo consiguió. Descorrió las cortinas, miró al exterior y por primera vez en años de horror su rostro estalló en una sonrisa.
— Guillem Clua (@guillemclua) 1 de diciembre de 2018
Porque ahí abajo en la calle estaba Xaver devolviéndole la mirada. Porque el hombre que amaba le había dicho te quiero por primera vez y él le estaba respondiendo, muy flojito, con su aliento empañando el cristal de la ventana.
— Guillem Clua (@guillemclua) 1 de diciembre de 2018
Xaver nunca pudo oír el “ich liebe dich” de Emil, pero lo sintió en lo más profundo de su alma como una bendición. En ese momento Emil levantó el brazo a modo de saludo… Y así es como Xaver lo pintó en su último cuadro. pic.twitter.com/oE1EHXOOnJ
— Guillem Clua (@guillemclua) 1 de diciembre de 2018
Esa misma noche, un 12 de diciembre de 1916, Emil Muler falleció.
Tenía 22 años. pic.twitter.com/bURq0EmFIO— Guillem Clua (@guillemclua) 1 de diciembre de 2018
El silencio cae en el salón de Alina Balan como una sentencia. La anciana lo rompe con su voz quebrada: “al menos tuvieron ese momento. Otros no tuvieron ni siquiera eso.”
— Guillem Clua (@guillemclua) 1 de diciembre de 2018
Al día siguiente de su muerte, Emil fue enterrado en el panteón familiar y Xaver dejó de pintar. Sabemos que murió meses después, ¿pero qué fue de él en ese tiempo? Y lo más importante… ¿cómo acabaron enterrados juntos?
— Guillem Clua (@guillemclua) 1 de diciembre de 2018
El puzzle aún estaba incompleto, pero la pieza que faltaba para completarlo no estaba lejos...
(La próxima entrega será la última de #EmilyXaver. ¡Estad atentas!) pic.twitter.com/m6RFQgG7lO— Guillem Clua (@guillemclua) 1 de diciembre de 2018
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